BBC
11 julio
2016
Rollos, michelines, llantas, panza... son muchos los nombres pero
todos significan lo mismo: grasa abdominal, eso de lo que muchos quieren deshacerse
de manera rápida.
El verdadero problema de la
grasa abdominal no es meramente estético, el problema es que puede ser un
indicio de que tu salud está en riesgo.
La grasa abdominal se
encuentra alrededor del vientre. Está la grasa subcutánea, que es la que
sabemos que tenemos cuando se puede pellizcar más de una pulgada en el vientre.
Por otro lado, también está la grasa visceral, que se encuentra alrededor de
órganos como el hígado, el páncreas o los intestinos.
Conoce más
Se cree que la grasa
visceral es metabólicamente más activa que la grasa
subcutánea. Si ganas peso, la grasa se acumula primero alrededor de los órganos
y, si pierdes peso, es de ese mismo lugar de donde se elimina el tejido adiposo
en primera instancia.
A pesar de ser considerada
el tipo de grasa más peligroso para nuestra salud, visto por el lado positivo,
es la más fácil de eliminar. La pregunta es ¿cómo?
Constantemente nos
encontramos en páginas que promueven un estilo de vida saludable con soluciones
para reducir grasa localizada. Existen trucos que permiten ver resultados
rápidos pero ¿qué tan confiables son?
El equipo del programa de
la BBC "Confía en Mí, Soy Médico" realizó una serie de experimentos
para esclarecer tantos mitos que pululan en la web.
Experimento
El equipo reclutó a 35
voluntarios además de 2 expertos en deporte y alimentación.
Todos los voluntarios
tenían un nivel de grasa abdominal que los ponía dentro de la zona de riesgo
para diabetes de tipo 2 y enfermedades coronarias.
Fredrik Karpe,
profesor de Medicina Metabólica de la Universidad de Oxford y el profesor Dylan
Thompson, de la Universidad de Bath, debían diseñar cada uno, según su área de
experticia, dos métodos para tratar con los 4 grupos que se conformarían.
Antes del experimento, se
abrió una historia clínica de cada uno de los voluntarios para tener en cuenta
su estado de salud previo a las pruebas a las que serían sometidos.
Una de las medidas más
cruciales fue la absorciometría de rayos X de energía dual para obtener una
imagen detallada de la cantidad de grasa que cada uno tenía y dónde estaba
ubicada exactamente.
Otros parámetros médicos
que se tuvieron en cuenta fueron la frecuencia cardíaca en reposo, la glucosa
en la sangre, los lípidos en la sangre, peso, presión arterial y desde luego,
las medidas de la cintura.
El profesor Thompson se
encargó de dos grupos a los que puso a hacer dos tipos de ejercicios. Mientras
que el profesor Karpe se hizo cargo de los otros dos
grupos restantes a los que trató con dieta.
El primer grupo utilizó
monitores que registraban su actividad a lo largo del día y se les pidió que
siguieran comiendo como normalmente lo hacían. Adicional a eso, se les dio una
serie de indicaciones simples que implicaban una mayor actividad física.
Al segundo grupo se les
asignó una serie de ejercicios abdominales clásicos que normalmente se
encuentran en internet. Cada voluntario debía hacer 6
rutinas diferentes repitiendo cada una de ellas 3 veces diariamente durante un
periodo de 6 semanas.
Abdominales
Acostados boca arriba, con
las rodillas dobladas, las plantas de los pies sobre el suelo, y las manos
sobre los muslos, cruzadas sobre el pecho o detrás de las orejas, los sujetos
tenían que, lentamente, subir el torso hacia las rodillas, hasta que los hombros
estén separados del suelo. Mantener esa posición por unos segundos, bajar
lentamente y repetir.
·
No presionar el
cuello contra el pecho mientras se sube
·
Contraer el
abdomen mientras realizas el ejercicio
·
No tirar
abruptamente la cabeza en el suelo cuando se baje el torso
Alimentación
Al tercer grupo,
monitoreado por el profesor Karpe, se le pidió seguir
otro popular consejo que se encuentra en línea para reducir grasa: consumir
hasta 3 vasos de leche (un litro) al día.
Existen estudios que
sugieren que el consumo de leche puede promover la excreción de grasa.
El cuarto grupo fue el
"grupo de la dieta controlada". A ellos no se les pidió que cambiaran
el tipo de alimentos que consumían. Simplemente debían reducir las porciones y
medirlas teniendo como referencia de medición sus manos y sus dedos.
A este grupo también se le
pidió cancelar el consumo de snacks entre comidas.
Una nutricionista estuvo
asesorando constantemente al grupo durante el proceso. Sobre todo cuando los
voluntarios sentían que la cantidad de comida que consumían no satisfacía su
apetito.
La nutricionista tuvo citas
individuales con cada uno de los participantes al iniciar el experimento y
luego continuó monitoreándolos y apoyándolos por vía telefónica durante las 6
semanas de observación.
Resultados
Pasadas las 6 semanas,
todos los participantes fueron examinados nuevamente. Se tomaron las medidas de
cintura, se midió el colesterol, el nivel de glucosa en la sangre y la presión
sanguínea.
Los resultados fueron
bastante reveladores. El primer grupo, el que siguió comiendo igual pero
incrementó su actividad física, no perdió nada de grasa, pero su estado de
salud mejoró considerablemente.
Se presentó disminución de
la presión sanguínea y hubo un voluntario que incluso redujo su nivel de
glucosa en la sangre, pasando de estar dentro del rango de diabetes a estar en
el rango de la normalidad.
En el grupo de los
abdominales, no perdieron peso y no mejoraron sus parámetros de salud, pero
perdieron 2 centímetros de cintura.
El profesor Thompson
explicó que el resultado se debía al fortalecimiento de los músculos del torso.
Lo que además genera prevención de dolores en la espalda y ayuda a mejorar la
postura.
Revisando los resultados de
los grupos del profesor Karpe, al que se le pidió
consumir 3 vasos de leche diario, no presentó ningún cambio en el peso ni en el
estado de salud.
Sin embargo, aunque se les
pidió consumir un extra de 400 calorías diarias no aumentaron de peso ni sus
niveles de tejido adiposo incrementaron.
Según el profesor Karpe, puede haber sido porque los voluntarios, al llenarse
con la leche, no comían tanto como usualmente hacían antes del experimento.
El ganador por excelencia
fue el grupo de la dieta controlada. Entre todos perdieron 35 Kg, un promedio de 3,7 kg cada
uno en 6 semanas. Además, en promedio cada voluntario perdió 5 centímetros de
cintura.
Los resultados de la
absorciometría de rayos X de energía dual (DEXA por sus siglas en inglés)
fueron los más interesantes. Revelaron un 5% de pérdida de grasa corporal y una
impresionante reducción del 14% le la peligrosa grasa visceral en el abdomen.
Este grupo no solo perdió grasa abdominal sino que el nivel general de grasa
corporal también se redujo.
El punto negativo fue que
perdieron masa muscular de sus piernas.
Finalmente, la conclusión
es que si se quiere perder grasa abdominal de una manera saludable y efectiva
se debe combinar una alimentación balanceada con rutinas de ejercicio.